Retatrutide: Mecanismos de accion, la triple ruta lipolitica.

El receptor GLP-1 (receptor del péptido similar al glucagón tipo 1) es una proteína ubicada en la superficie de ciertas células, especialmente en las células beta del páncreas, pero también en el cerebro, el tracto gastrointestinal y el corazón. Su función principal es recibir señales del péptido GLP-1, una hormona incretina que se libera tras la ingesta de alimentos.

Cuando el GLP-1 se une a su receptor, activa una cascada de señales intracelulares que:

  • Estimula la secreción de insulina (cuando hay glucosa presente),

  • Inhibe la liberación de glucagón,

  • Retarda el vaciamiento gástrico,

  • Aumenta la saciedad.

Este receptor es la diana terapéutica principal de los medicamentos análogos del GLP-1, usados en el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad.

Ozempic es el nombre comercial de semaglutida, un medicamento que pertenece a la clase de análogos del GLP-1. Estos fármacos imitan la acción del péptido natural GLP-1 (péptido similar al glucagón tipo 1), pero están modificados para tener una vida media más larga, lo que permite su administración semanal en lugar de diaria.

Semaglutida se une al receptor GLP-1 en el cuerpo y activa sus funciones: aumenta la secreción de insulina cuando hay glucosa, reduce la liberación de glucagón, ralentiza el vaciamiento gástrico, y disminuye el apetito. Esto ayuda a bajar los niveles de azúcar en sangre y favorece la pérdida de peso, por lo que Ozempic se usa tanto para la diabetes tipo 2 como, en algunos casos, para el control del peso en personas con obesidad.

Tirzepatide es una versión más potente que la semaglutida, ya que es un agonista dual. Esto significa que actúa sobre dos receptores simultáneamente, lo cual genera un efecto sinérgico en la lipólisis. Tirzepatide, conocido comercialmente como Mounjaro, actúa sobre los receptores GLP-1 y GIP.

El receptor GIP tiene como función principal responder al péptido GIP, una hormona incretina liberada por el intestino delgado después de la ingesta de alimentos, especialmente cuando estos contienen grasas y carbohidratos.

Cuando el GIP se une a su receptor:

  • Estimula la secreción de insulina por parte del páncreas (pero solo cuando hay glucosa presente),

  • Puede mejorar la sensibilidad a la insulina en tejidos periféricos,

  • Y en el tejido adiposo, favorece el almacenamiento de lípidos (una de las razones por las que su función ha sido históricamente vista con cierto escepticismo en la obesidad).

Sin embargo, en el contexto farmacológico moderno —como en el caso del medicamento tirzepatide— se ha demostrado que el co-estímulo de GIP junto al GLP-1 produce efectos sinérgicos, como una mayor reducción de glucosa y una pérdida de peso más significativa, redefiniendo así el valor terapéutico del receptor GIP.

Pero que pasa cuando la biotecnologia es llevada un paso mas alla? La respuesta es Retatrutide.

Retatrutide es un medicamento experimental de nueva generación que representa un avance aún más potente que el tirzepatide en el tratamiento de la obesidad y la diabetes tipo 2. Lo que lo hace único es que es un agonista triple, es decir, activa tres receptores al mismo tiempo. En Adicion a los dos receptores antes mencionados (GLP-1 y GIP) el retatrutide tambien actua en el receptor del glucagon.

Cuando el glucagón se une a su receptor, activa una serie de señales que hacen que el hígado libere glucosa al torrente sanguíneo (a partir de reservas internas) y aumente la producción de nueva glucosa mediante gluconeogénesis. Es decir, el glucagón eleva el azúcar en sangre cuando está demasiado baja, funcionando como el “opuesto” de la insulina.

El glucagón es un “triple golpe” lipolítico, ya que aumenta el gasto calórico mediante termogénesis, estimula la lipólisis e inhibe la lipogénesis, lo que lo convierte en una herramienta eficaz en contextos de pérdida de grasa y regulación del hígado graso.

Retatrutide, gracias a su acción triple sobre los receptores GLP-1, GIP y glucagón, está siendo investigado no solo para la obesidad y la diabetes tipo 2, sino también como tratamiento potencial para el síndrome metabólico y enfermedades hepáticas como la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) y su forma más avanzada, la esteatohepatitis no alcohólica (NASH).

Control del BMI y Péptidos: Una Perspectiva Innovadora en la Gestión del Peso”

En un mundo donde la obesidad y los problemas de peso siguen siendo desafíos persistentes para la salud pública, la ciencia ha comenzado a explorar soluciones más precisas y efectivas. Entre las herramientas más prometedoras se encuentran los péptidos, moléculas que ofrecen un nuevo enfoque para gestionar y controlar el índice de masa corporal (BMI por sus siglas en inglés). Este artículo examina cómo los péptidos pueden ser utilizados para regular el BMI y ofrece una visión sobre su potencial en la lucha contra la obesidad.

El Rol de los Péptidos en la Regulación del Metabolismo

Los péptidos, debido a su capacidad para actuar sobre receptores específicos en el cuerpo, pueden influir significativamente en el metabolismo y en la regulación del apetito. Algunos péptidos, como los análogos de la hormona GLP-1, se han utilizado con éxito para mejorar la respuesta de insulina y reducir el apetito, lo que puede llevar a una pérdida de peso significativa en pacientes con sobrepeso u obesidad. Estos péptidos imitan la acción de las hormonas naturales que regulan el hambre y la saciedad en el cerebro, ofreciendo una manera de controlar el consumo calórico sin el estrés de las dietas restrictivas.

Péptidos Específicos y su Impacto en el BMI

Uno de los ejemplos más destacados de péptidos en la gestión del BMI es el Liraglutide, un análogo del GLP-1 que ha demostrado ser efectivo no solo en el control de la diabetes tipo 2, sino también en la pérdida de peso. Administrado como una inyección diaria, Liraglutide actúa aumentando la sensación de saciedad y reduciendo el apetito, lo que lleva a una disminución en la ingesta de alimentos y, por ende, en la pérdida de peso.

Además, investigaciones recientes han destacado el potencial de péptidos como el AOD9604, que tiene propiedades que afectan el metabolismo de las grasas directamente. Este péptido puede estimular la lipólisis (la descomposición de las grasas) y inhibir la lipogénesis (la creación de nuevas grasas en el cuerpo), ofreciendo un doble mecanismo de acción para el control del peso.

La Promesa de los Péptidos en la Obesidad y Más Allá

La capacidad de los péptidos para actuar de manera tan específica y efectiva ofrece una promesa considerable para el futuro del tratamiento de la obesidad y el control del BMI. Al ofrecer una solución dirigida, los péptidos pueden ayudar a evitar algunas de las principales barreras para la pérdida de peso, como los intensos antojos y la resistencia a la insulina. Además, su uso puede estar asociado con menos efectos secundarios en comparación con los medicamentos tradicionales para la pérdida de peso, que a menudo vienen con una lista larga de posibles riesgos y complicaciones.

A medida que continuamos enfrentando la epidemia global de obesidad, los péptidos se perfilan como una herramienta valiosa y potente. Con más investigación y desarrollo, estos compuestos podrían revolucionar la manera en que abordamos el control del peso, mejorando significativamente las estrategias de manejo del BMI y ofreciendo a las personas herramientas más efectivas y seguras para alcanzar y mantener un peso saludable. En este campo en rápida evolución, los péptidos podrían ser justo lo que necesitamos para cambiar el panorama de la salud global.

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